Ésta es una de las anécdotas más graciosas que me tocó vivir que resume cuánto la tecnología ha impactado en nuestras vidas y cómo podemos usarla cuando la conocemos.
Era un día viernes de mayo del 2012 y nos encontrábamos en un hotel arequipeño (Perú) de prestigio realizando un Team Building, ésta es una reunión que congrega a todos los ingenieros de planificación y confiabilidad del área de trabajo, cuyo objetivo es mejorar las relaciones interpersonales y motivar el trabajo en equipo.
AL GRANO
Luego del inicio del evento (8:00 am), nos tocaban las clásicas y esperadas dinámicas de grupo, juegos que fortalecen el trabajo grupal y nos dejan enseñanzas interesantes, así que más o menos a las 9:00 am salimos a la parte no techada del hotel -que tiene un bonito grass- para realizar estas actividades al aire libre; luego de varias dinámicas competitivas entre grupos hubo un pequeño break, así que regresé a la sala principal a tomar agua y de paso ver si tenía alguna llamada perdida; habíamos dejado los celulares en las mesas porque estábamos a unos metros y había seguridad y mozos (al menos eso supuse).
Resulta que mi iPhone no estaba en la mesa la cual se encontraba en el extremo posterior derecho de la sala, así que llamé a seguridad, se acercaron el gerente del hotel y el jefe de seguridad; se preguntó a los mozos y a otras personas que estaban realizando trabajos cerca y ninguno daba cuenta del dichoso celular.
FIND MY IPHONE
En ese momento me acuerdo de la aplicación Find My iPhone que alguna vez había bajado al celular (ahora también en español como Buscar mi Iphone) y que había probado en casa su utilidad a modo de juego, entonces como no tenía celular llamé desde otro a mi hermano quien también tiene un iPhone (regalo de su hermano mayor o sea yo) y le pedí que se logueara con mi usuario y me dijera si el celular estaba en el hotel o no. Algunos mal pensados dijeron por ahi que el ladrón podría estar en el mismo grupo de compañeros, cosa que no creí en absoluto porque aparte de conocer la calidad de personas que son, estaba seguro que no expondrían su buen trabajo por un celular que podrían comprar cuando se les de la reverenda gana. Entonces mi hermano se conecta y me da la ingrata noticia que el celular no estaba en Sabandía sino que por arte de magia se encontraba en Mariano Melgar, otro distrito de la linda Arequipa.
EL REFUERZO
Una de las personas que me ayudó incondicionalmente en esto (no sé si por voluntad o por chisme, como dijo literalmente: esto está más interesante) fue Martín, ésa semana había comprado un celular igual así que cuando mi hermano me da la nueva ubicación del celular le envía a éste algunas imágenes del GPS indicando el lugar donde estaba. Le pedí a Martín que bajara la aplicación para corroborar lo dicho por mi hermano, así que bajó la app y pudimos enseñarle desde el mismo hotel, al gerente y demás curiosos la ubicación del iPhone robado.
LA BÚSQUEDA
Estaba enojado por el hecho de no saber quien era el ladrón más que por la pérdida misma del celular, así que con el gerente y el de seguridad junto con Martín tomamos la móvil del hotel y salimos rumbo a Mariano Melgar, ¿para qué?, no lo sabíamos a ciencia cierta pero algo se podría hacer, mi madre siempre dice "no hay peor gestión que la que no se hace" y ésta vez le hice caso. En el camino, que nos llevó cerca de 45 minutos, entrábamos sucesivamente a la app a corroborar que el celular se encuentre aún marcando dicha ubicación. Cerca de llegar a la comisaría que era nuestro objetivo -para esto el gerente ya había llamado a su amigo el comandante- vimos que el celular se movía; teníamos 2 opciones: ir a ver si podíamos ubicar a la persona que tenía el celular basados en el movimiento del GPS o seguir camino a la comisaría, así que optamos por lo más saludable que era seguir rumbo a la policía; uno nunca sabe con que ladrón o turba se va a topar en la vida.
LOS TOMBITOS
Para variar demoramos algunos minutos por la desidia en ese momento de los policías, claro que la presión del comandante amigo del gerente pudo más. El celular se había estabilizado en una segunda posición a unas dos cuadras y media de la primera. Fuimos con la policía hasta éste segundo punto y nos posicionamos en la casa donde el celular indicaba su ubicación (el GPS no es una cosa de lo más precisa por varias razones, entre ellas la señal proveniente de una casa o cuarto cerrado). Nosotros no podíamos tener certeza total por éste factor; en esa casa, había un señor de unos 50 años, nos acercamos con el jefe de seguridad del hotel para consultarle algunas cosas, la verdad que no noté algo raro pero el de seguridad me dijo que el tipo le parecía sospechoso, éste señor luego de conversar con nosotros en la puerta de su casa salió a la esquina, conversó con un policía joven que llegó de apoyo y luego se fue.
BINGO!
Para ello, mientras íbamos del hotel a Mariano Melgar, ya sabíamos donde se ubicaba el celular y creíamos que era la casa del tipo que se lo había robado, le solicitamos al gerente que indague, alguien debía vivir en Mariano Melgar y exactamente en ese lugar. Estando ya en el segundo punto, en el cual permanecimos como hora y media esperando algo, le confirman al gerente que efectivamente había una personal del hotel que vivía en ese distrito y ohhhh maravilla, exactamente en el mismo punto donde se ubicó inicialmente el celular (tenía como referencia un colegio muy cerca, eso nos ayudó mucho). Nos dieron el nombre y apellido del susodicho... la investigación daba sus frutos.
WACHITURRO
¿Quién era el ladrón?, pues nada más y nada menos que el vigilante o guachimán -como decimos en Perú- del hotel, el del turno saliente, éste normalmente sale a las 6:00 am pero justo ese día por orden del gerente y por alguna mala acción, que no recuerdo cuál fue, estuvo castigado y el gerente le pidió que se quedara hasta las 10:00 am. Entonces, ya en el segundo punto y dónde estábamos esperando, la policía procede a ir a su casa, para traerlo y conversar.
EL ANTRO
Mientras la policía iba en busca del vigilante, llamado cordialmente por nosotros "El Wachiturro", me quedé con un policía en el punto dos para ver si alguien salía de la casa donde hasta ahora el celular indicaba su permanencia. En ese momento sale de la casa un joven y el policía lo intercepta cordialmente para pedirle información de la casa, es decir quiénes vivían allí. A nosotros el tipo cincuentón que salió y se fue nos había dicho que solo vivía su sobrino. Este muchacho un poco nervioso nos dijo que alquilaba cuartos y que los huéspedes no estaban.
LA CONFRONTACIÓN
El Wachiturro hizo su aparición con su hermana la cual alegaba a todas voces su inocencia, éste señor vestía un pantalón jean el cual tenía manchas de pintura o cal y nos dijo que estaba realizando trabajos con masilla y otras cosas; la hermana me hacía recordar a Elena Iparraguirre la que defendía a Abimael Guzmán, no porque se pareciera físicamente (no era tan fea) sino porque lo defendía como un cancerbero. Llevamos al wachiturro al frente de la casa en el punto dos, donde estaba el muchacho que alquilaba los cuartos, allí lo confrontamos, también lo hizo Martín, los policías, el gerente del hotel y el jefe de de seguridad del hotel; obviamente se negó. Le dijimos nuestros argumentos, le mostramos la ubicación inicial y posterior del celular y un montón de cosas. No soy bueno confrontando lo sé, pero tenía a Martín al costado, éste es más pendenciero que todos juntos y lo intimidaba de forma suave, luego fuerte y le decía que solo quería el celular, que no le íbamos a poner cargos, etc, etc. Igual el señor wachiturro seguía negándose, me llamaba la atención su pasividad al negarse, decía con la cabeza gacha por momentos que era una situación incómoda para él y qué cómo podían echarle la culpa sin pruebas. Yo pensaba en ese momento... si a mi me acusan de algo y no soy culpable les digo cien verdades a todos... pero hay algo que siempre impide hacer esto cuando tienes la culpa, lo llaman conciencia.
ARROZ QUEMADO
Mientras uno y otro confrontaban al tipo y su hermana lo defendía y hasta realizaba llamadas a su dizque novio y gran abogado; con Martín y uno de los policías le pedimos permiso -digamos obligamos- al tipo del alquiler a que nos permitiera darle un vistazo a los cuartos; solo nos dejó entrar a uno en su segundo piso. El celular robado lo había dejado en vibrador debido al evento, así que no me servía llamar porque no podía oirlo -aunque la app aparte de mostrarte a través del GPS donde se ubica puede emitir un sonido agudo aún en bajo volumen y enviar mensajes de alerta-. Así que me acerqué a cada uno de los 3 cuartos del segundo piso, ponía mi oído pegadísimo a la puerta y emitía el sonido desde el cel de Martín, no logramos captar sonido alguno. Dos de los cuartos estaban cerrados y entramos al que estaba abierto, era un cuarto de dos habitaciones contiguas muy pequeñas y totalmente desordenado, el tipo que alquilaba decía que no podíamos entrar porque era ajeno y que el huésped se iba a enojar; el policía dijo que era solo un minuto y empezamos a mirar y a levantar cosas para ver si estaba el celular, era una cosa de locos porque no era precisamente una búsqueda muy objetiva pero igual estábamos ahi y era lo único que podíamos hacer. Apenas habíamos entrado a ese cuarto cuando nos llamó la atención el olor a quemado que despedía la cocina, ¿qué era?, era un poco de arroz que se estaba quemando; el inquilino estaba preparando su almuerzo y lo había olvidado, probablemente el tipo de la puerta, el cincuentón nervioso que había huido del lugar.
SIN PRUEBAS
Luego de conversar, amedrentar y todas las palabras terminadas en "ar" al señor wachiturro no obtuvimos absolutamente nada, era como tener al asesino al frente... pero sin el arma, era tener nada. No nos quedó más remedio que regresar al hotel donde la gente seguía en el Team Building, ya eran como las 2:30 pm de la tarde. Uno de los jefes de la policía le dijo al gerente que un efectivo se iba a quedar un par de horas más en el lugar a ver que pasaba.
SEGURO
Ya había asimilado parcialmente la pérdida del celular puesto que el gerente me dijo que contaban con un seguro y que me iban a devolver el iPhone 4S de 64GB -como decía Martín-, cuando realmente era un iPhone 4 de 16GB (criollazos nosotros). Emprendimos el retorno al hotel, almorzamos y proseguimos con la etapa final del Team Bulding, ya nos habíamos perdido un par de dinámicas de lo más interesantes pero aún quedaban un par más.
LA PRESIÓN
Ahora, si sabíamos quien era el ladrón y no teníamos pruebas ¿qué podíamos hacer?, solo nos quedaba presionarlo, nos preguntamos qué teníamos en las manos y que podíamos usar. Nuevamente la racionalidad se impuso, el gerente llamó al supervisor de la compañía de vigilancia del wachiturro ya que éste no trabajaba directamente para el hotel sino para una service. La única forma de que devolviera el celular era perdiendo algo más que el precio del equipo y esto era su liquidación (su pago por los años de servicio) ya que era obvio que estaba despedido del hotel y de la empresa de vigilancia. Escuchaba al gerente que le decía al supervisor: presiónalo!, que hable!
LA PRESIÓN PARTE II
Ya no quedaba sino esperar llegar a casa y bloquear el celular -no lo había bloqueado porque seguía encendido y marcaba su ubicación-. Mientras terminaba nuestra reunión en el hotel, aproveché para enviarle vía Find my Iphone un par de mensajes al celular, éstos mensajes llegan a la pantalla así el celular esté bloqueado, en ellos le decía que me lo devuelva, que sabía quien era, que se iba a joder y sobretodo mi oferta: (sabía que el tipo ya estaba perdido) no iba a denunciarlo si me lo entregaba, que solo quería el equipo.
FIN DEL TEAM BUILDING
El Team Building terminó sin pena ni gloria para mi, es decir me sentía tonto por haber perdido el celular y por haber perdido parte de la reunión, pero bueno ya estaba asimilándolo y habíamos quedado con el gerente del hotel poner la denuncia en la comisaría más cercana para iniciar con el seguro la devolución del celular.
LA LLAMADA
Saliendo ya para poner la denuncia, recibo la llamada de Martín: JJ ya apareció tu celular, toma éste número y llama al suboficial fulano y confirma. Llamé y efectivamente me dijeron que ya estaba ahí el celular, es decir en la comisaría de Mariano Melgar, en ese momento estaba poniendo la denuncia en su contraparte de Sabandía; tuve que retractarme de la denuncia en la misma hoja colocando en la parte posterior: que como ya había sido encontrado, retiraba el cargo.
MÁS PRUEBAS
Salimos de la comisaría de Sabandía rumbo a la de Mariano Melgar, ahí me entregaron el celular, estaba en una bolsita plástica transparente y lo saqué, estaba cubierto de polvo y el protector posterior estaba algo fuera de su lugar al parecer querían retirarlo, comencé a limpiarlo, tenía unas manchas de cal o pintura blanca, lo limpié y quedó bien, tal como estaba antes de ser hurtado. Martín llama a los 20 minutos y me pregunta si era el celular y en que condiciones estaba, le dije que si era, que estaba con polvo y cal -no había caído en la cuenta que no era cal sino masilla- y éste me lo hizo recordar diciéndome que el tipo -el wachiturro- estaba todo cubierto de masilla cuando conversamos con él. Llamé al gerente del hotel quien estuvo con su jefe de seguridad en la búsqueda todo el tiempo y le dije lo de la masilla, la cual terminaba de inculpar a su vigilante; éste no paraba de agarrarse la cabeza... estoy seguro que no pensaba en mi celular sino en todas las cosas que el wachiturro se había robado del hotel en todo el tiempo que trabajaba allí.
HIPÓTESIS Y VARIABLES
Gracias a que el ladrón y el comprador no sabían operar el celular no pudieron apagarlo ni quitarle el chip, esa fue una gran ventaja, caso contrario no habríamos podido hacer algo. Otra ventaja también fue que le apagué el sonido y puse el brillo en mínimo, ésto último para que la batería me durase más, sin sonido y sin brillo tal vez pensaron que el celular estaba apagado, quién sabe.
El wachiturro habría vendido el celular al cincuentón quien había estado en la casa del primero, luego de la venta el comprador feliz había retornado a su cuarto alquilado -dicen que éste tenía una hija en la universidad, probablemente el buen padre quería regalarle un lindo iPhone a su hija por las buenas notas que ésta tenía-.
Sin la aplicación nunca hubiera dado con el ladrón, el hotel no tiene cámaras de vigilancia en el salón de reuniones y no hubo testigos.
VERSIÓN DE LA TOMBERÍA
Según el policía cuando estaba esperando un tiempo adicional frente a la casa -donde marcaba la segunda posición el celular- salió una señora y estuvo sentada en la puerta, luego como iluminada por una revelación sacrosanta se pone de pie y le dice: señor policía aquí hay un celular en el jardín!! y él va y lo recupera. El policía me dice probablemente la señora sea la mamá del wachiturro y cuando yo no miraba lo arrojó al jardín y luego dizque lo encontró. ¿Le creo al policía?, no, para nada. De alguna forma al ver menos gente y sentirse menos presionado el ladrón hizo algún acuerdo con el policía y se lo dio. Sé como funciona eso pero ya no me importaba, la operación rescate fue un éxito y el duelo iPhone VS Wachiturro lo ganamos por K.O.
FINAL
Ahora ésta anécdota es un clásico, toda la oficina ya tiene instalado Find My Iphone en su celular o alguna variante en sus otros celulares. He descargado adicionalmente a mi MacBook Pro otra aplicación llamada Undercover, pienso que si me pasó una vez podría pasarme otra; esta app cuesta S/. 136 soles y es un solo pago, aparte de indicarme donde esta la Mac, te puede enviar pantallazos de lo que está viendo en ese momento el ladrón (probablemente su Facebook) y le toma fotos con la cámara, todo sin que él se de cuenta o lo sospeche. Solo espero que si roban mi casa se lleven si o si la Mac... ¿suena paradójico no?
Gracias por leer, espero sus comentarios.